Una tarde cualquiera se volvió inolvidable cuando el chico del delivery llegó a mi puerta. Era imposible no notar lo atractivo que era, y mi cuerpo reaccionó al instante, encendiéndose con un deseo incontrolable. Él también lo notó, y la tensión entre nosotros creció con cada mirada. La tentación fue demasiado fuerte para resistirla, y antes de darnos cuenta, la entrega de su paquete se convirtió en una sesión de pasión desenfrenada. Esa visita inesperada terminó siendo mucho más que una simple entrega.